Sunday, September 16, 2012

Lluvia de cemento

Pálida; fatigada, con el tiempo escritas en sus arrugas, resbalosa a las heladas de sus noches; observa, desde su inmóvil silla de madera de viejo carpintero, el rocío húmedo lavar las aceras quebradas al paso de los años. Sus balcones, con cubiertas de suspiros, dan al soñador una ilusión de una Lima vieja; que al bolero el beso robaba a la mujer deseada; pero mi pecho se desgarra y la lagrima rueda, la Ciudad no es la misma; hoy las amplias casas de jardín florido; donde al son del vals y la marinera se libaba el pisco de la tierra, voló al cielo. La Ciudad no es la misma; mi abuela pregunta: ¿Dónde esta el viejo roble? A su vez mira con tesón al enorme palo de cemento que alumbra la calle, ¡Aquí estaba! Exclama señalando al cemento que divide la doble calle. La Ciudad no es la misma, mi abuela no es la misma, tampoco soy el mismo.

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