Saturday, June 16, 2007

Canarias y mis poemas

Los Guanches.


El pastor; inquieto,
aspirando la furia del volcán;
la tonadilla acallada en los labios; observaba,
los barcos llegar.
Las cabras balaron: ¡revolución!
Prestas desde las montañas miraron.
Más la sed amable, a jarro abierto,
saciaba el deseo de luchar.
Los Guanches arrugaron las papas,
guardaron el porrón en la alforja; brincando
de roca en roca; en sus costas
aguardaron llenos de felicidad.
¿Por qué matas el abrazo inocente, abierto?
Gritó el volcán; Al desvanecerse la amistad, al insanoataque de la conquista; aquél día.
mil flechas volaron por el sol,
oscureciendo la respiración.
¡Están allí, están acá! Gritaban,
cuando las olas quebraban sus nervios.
Vinieron buscando oro; encontraron belleza.
Vinieron buscando esclavos; hallaron reyes.
Al tiempo, enamorados de sus gestos, de sus formas,
sus perfumes, sus mujeres; quedaron conquistados




Amor majorero.

La niña, sonreía, agitaba sus manos al silencio azul
del horizonte, miraba y los sentía llegar, porque se
sabía que todos la llegaron a amar.
Su padre, sus hermanos echados a la mar, se
fueron a pescar; así con ello alimentar, a la familia
que llegaron a formar.
Con los frutos del mar y que, sus manos podrían
cazar, lograrían pasar las desventuras; que aquellas
crisis los podían abrazar.



Fuerteventura

La misma plaza de mis años
la misma calle a mis pasos,
la gobernación a la derecha,
la iglesia vestida de amor, a mi izquierda,
la sonrisa, la brisa tropical, el saludo cortes,
allí siempre en la misma calle; aunque, no me
vio nacer, me llegó a querer.
Porque no decirlo: mi primer amor, al sabor de
las tapas, del vino de la tierra y la tonadilla de mis
caminatas en las canteras, en el puerto, en playa
chica, playa blanca...
Son tantas cosas en un mismo pecho,
son recuerdos imborrables, vivos, nostálgicos,
que mis canas pueden contarlos.
¡Mi niño! es lo que dicen mis amigos al verme,
como olvidar sus sonrisas al encontrarme
al abrazo desinteresado a mi raza.
Es la misma calle de mis pasos diarios,
de las bromas, los piropos, las carcajadas.
¡Majorero! un día me gritaron,
fue lo más hermoso que mis oídos escucharon,
y mis ojos las lagrimas derramaron; porque,
a los años la calle me había adoptado.



Playa Chica.

A la bartola del viento, mientras me siento a
contemplar el ir y venir de las olas del mar;
cierro los ojos y te siento a mi pecho abrazar;
no despierto, para así poder escuchar
aquellos cuentos llenos de sentimientos,
que me sueles prodigar.
La última brisa, en la que a toda prisa un
ósculo llegué a ganar;
aun no puedo conciliar, si fue solo el viento,
que al momento, a mi corazón quiso contentar.



Canarias no me dejes Despertar.

Como desearía ser compositor, para escribir tus
encantos;de canto a canto con melódica voz
proclamar; que quizás estoy muerto,
y a un paraíso eh venido a dar.
Cada día al ocaso y cuando mis cuerpo me
lleva a acostar,
siento que quizás al despertar,
ya no te pueda encontrar, porque todo solo
fue un soñar.

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